miércoles, 15 de agosto de 2007

Ampay, te encontré

Hola mi querido Gabriel, ahora ya conocemos más de ti, te damos gracias por existir allí dentro, de igual manera, aguardamos tu llegada triunfal.
Hijo mio, no he de ser el más probo de los padres, ni el mejor de los hijos; pero de algo puedes estar seguro, es que seré tu mejor compañía.
La vida premia a dos tipos de personas: a los inmerecidos y a los que no la buscan, pero de hecho que yo me he de considerar entre los primeros, y es que haber podido verte la noche del lunes, juguetenado con tu manitas, abriendo la boca como queriendo pronunciar tu nombre, sentir tu corazón marcar el ritmo de mi vida, en perfecta armonía; ha significado una de las alegrías más grandes en mi vida.
Creía que saber que sería padre, constituía en la mayor de las dichas, pero ahora entiendo que lo que en realidad significa es el verdadero inicio de una nueva etapa en el trayecto hacia la eternidad.